Chana y Juana
“Ella no despacha. Ella se reúne. No veo nada de malo en eso”, ha dicho el Jefe de Estado sobre su esposa, la primera dama, Nadine Heredia, que suele “reunirse” con los ministros de Estado, tal como ella misma admitió en entrevista que pretendió vetar a la revista ‘Cosas’. Y la verdad nadie cree al presidente aquello que de la boca de la señora no salgan órdenes gubernamentales hacia los ministros.
Un amigo periodista elegido para estas entrevistas acordadas, que ya nadie se traga del todo, me contó que la llamada para anunciarle que había sido tocado por la varita mágica de la primicia periodística, la hizo la mismísima primera dama. Una vez en Palacio, fue ella, Nadine Heredia, quien lo recibió para confirmarle el deseo del presidente de ofrecerle la entrevista a él. Eso sí, sobre los temas que en ese momento acordarían.No es la primera vez que un presidente conviene con un periodista cuáles temas abordar y cuáles no. Y la verdad, no se impidió tocar ninguno de los temas planteados por mi amigo, simplemente se enumeraron, como para tenerlo claro (o como para el media training respectivo al presidente, que dicho sea de paso debería revaluar urgentemente dado tanto balbuceo en su último encuentro con Rosana Cueva y Augusto Álvarez Rodrich).
Siendo honesta, la política de hablar previamente sobre los temas a tocar en la futura entrevista no me asombra. Es una costumbre que también tuvo Alan García y que viví en carne propia, a pesar de que la entrevista que yo le haría era más del tipo “personaje” y no de actualidad política, por el corte del programa en el que me encontraba trabajando entonces.
Pero en aquella ocasión, el check list de los temas a tratar fue hecho con el departamento de prensa de Palacio de Gobierno y no con la señora Pilar Nores. Lo que me sorprende –aunque a estas alturas ya no debería– es que sea Nadine Heredia la que decida incluso qué temas, qué periodistas y qué asuntos son los que ve su marido.
Por eso no creo que la primera dama solo se reúna y no “despache” con los ministros. No lo creo yo, ni ningún empresario del país. Hace algún tiempo que trabajo en Relaciones Públicas y cada empresario que visito para ofrecer mis servicios me pregunta si tengo llegada a “la doña” (no al presidente, no al presidente del Consejo de Ministros, no a determinado ministro).
Los empresarios la tienen clarísima, ella manda. Por este mismo nuevo trabajo he tenido reuniones con diversos ministros para tratar de lograr alguna alianza público-privada, y todos ellos en algún momento “sueltan” de manera informal la frase “ayer que estuve con la primera dama” (o cosa parecida).
Aún recuerdo la mañana en la que un ex jefe mío (en esta, mi nueva vida corporativa) llegó feliz a la oficina porque logró reunirse finalmente con Nadine Heredia para tratar un tema minero. Claro, el lenguaje –según me contó– siempre fue el mismo: “Hágale usted saber al presidente”, “Es importante que el presidente sepa”, etc.
Y las respuestas de ella también en el mismo sentido: “El presidente ya está al tanto…”, “Le haré saber al presidente…”. Si realmente ella quisiera desmarcarse de ese peso que se le asigna, pero además quitarle la tremenda mochila que significa su tan sola figuración política para la espalda de su marido, no recibiría a nadie que quiera tratar con ella temas –por ejemplo– de índole minero.
He sido de las que ha defendido en un inicio el protagonismo de una mujer diferente, de una primera dama no sumisa sino activa. Pero de un tiempo a esta parte he constatado que se trata de mucho más que eso. Como diría el presidente: no confundamos Chana con Juana. Aquí tenemos a una mujer, no elegida por el pueblo (y ese es el problema) ejerciendo un poder que no le corresponde.
Y lo que es peor: todos parecemos asumir como normal esta situación, empezando por los empresarios. Yo me resisto. Así que a mis futuros clientes les advierto: no tengo llegada a la primera dama, tan solo contacto por twitter, si les interesa.